Los paisajes rurales son siempre muy bellos porque en ellos se ve siempre la armonía de la convivencia entre la humanidad y la naturaleza, algo que se pierde completamente en las ciudades donde todo vestigio de naturaleza ha sido completamente desplazado y lo que se vea allí es una mera recreación artificial. En los bellos paisajes rurales, ya sean estos en la nieve, en la montaña, en las llanuras y en el campo, en los ríos y los valles, en la playa y en el mar, siempre vemos un lugar importante para la naturaleza, no solo como recurso para la vida sino más bien como una compañera.
Así es como entendemos el paisaje rural, las personas suelen sentir muchas veces la necesidad de aventurarse en este tipo de lugares, de por un lado alejarse de la vida urbana y respirar ese aire, librar sus oídos al ambiente y dejarse llevar por todas las actividades que allí aparezcan. Esta necesidad sin dudas hace pie en las fibras más profundas del espíritu humano, aquellas que no se distancian del animal que durante milenios fuimos. Sin dudas una emoción más que importante para sentir habitualmente, la que no podemos negar jamás.
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